Rey del Dolor

lunes, 20 de diciembre de 2010

Desear haber muerto


Hoy de nuevo me he despertado con dolor de cabeza, me acompaña fiel desde que empezo todo este infierno que caimos hace tiempo.

Como siempre he andado durante todo el día bajo las ruinas de la ciudad. Camine durante largas horas sin dirección alguna sobre las enormes murallas que algún día, no muy lejano, fueron nuestras únicas defensas contra ellos. Aún desde lo lejos se pueden ver aquellas torres destruidas que, tras la intensa oscuridad y bajo una tenue luz amarilla cubrían toda la débil realidad que a mi pueblo acompaño durante años.

Nunca conseguí ver alguna bandera blanca, ni tampoco pude oír los gritos de piedad pidiendo clemencia a nuestro enemigo. Todo se convirtió en ríos de sangre, todo fue un torbellino de violencia sin sentido.

A lo lejos, mientras dormíamos se oía el rugido de los cañones, ni siquiera durante la noche cesaban. Todo se pierdo en un instante, nadie ya sabe como todo este infierno empezó.

Sigo cada día deambulando por las calles de la ciudad, siempre vuelvo por los caminos que ya conocía de pequeño. Allí reconocí mis muros que construí hace ya varios años. Destruidos por sus bombas y la sangre de mi gente que ocultaban el miedo en sus ojos. Ese miedo por pisar aquellas minas que yo antes ya había camuflado por el camino.

Luché en muchas batallas, casi todas fueron inventadas por nuestros dioses, pero en su mayoría fueron por mí perdidas. Allí, solo, sólo un deseo tenía. Desear haber muerto en aquellos caminos donde aun duermen los ejércitos esperando atacar de nuevo. Están ansiosos de sangre y esperan su momento bajo esos andrajosos suelos que habíamos antes construidos.

Me dieron caza y en la cárcel me metieron. Sin ningún juicio, aquel lugar en mi nueva casa se convirtió. Mi hogar fue aquella prisión, lugar oscuro y vacío donde las frágiles almas esperan su cruel muerte. Allí durante largos años me mantuvieron encerrado. Sólo yo ante mi soledad, buscaba esas vías para entender su verdad. La verdad de tanta destrucción.

El mundo en sí mismo se desmorona y yo con él. Aún no he hallado alguna razón de haber estado en aquella prisión, tal vez no quieran dejármela ver.

Y yo desde mi celda ni siquiera podía ver ocultarse al sol. Busque una única solución para obtener mi salvación pero siempre caí en la tentación de desear haber muerto en aquel lugar y poder olvidar todo aquel tormento.

No caí en sus garras, ni los ojos me cerraron. Y aunque derrumbase sus muros de su prisión y huyera, aún sería el sol extraño para mí. Todo estaba oscuro, el negro siempre subsistirá en aquel lugar. Era fiel compañera, con ella nunca les tenía miedo.

Y si en mi vida pasada algún error cometí, deja que los tenga perdonados una vez recorrido los caminos que antes construí para llegar a la ciudad.

Ahora debo construir una fortaleza y rodearla con alambradas y trincheras con solo un pequeño puente para cruzarla. Debo franquear el abismo del pasado para las almenas destruir. Es mi sentencia que debo cumplir por haber deseado morir y haber tenido que sobrevivir.

No hay comentarios: