Historias, poemas, música, opinión, crítica, polémica o cualquier cosa...nada que nos enseñe en realidad, pero con humor, o tal vez no siempre.
viernes, 29 de junio de 2007
El terror de ir de compras con la pareja
Dentro de las relaciones de pareja hay una situación donde la armonía, si la hubiera o hubiese alguna vez, puede llegar a romperse de forma catastrófica, bueno, realmente hay demasiadas situaciones donde una relación se puede llegar a quebrar.
Pero hoy intentaremos, dentro de lo que creemos que es nuestra verdad absoluta, hablar de una de las mayores pesadillas, sino la mayor, que tiene el hombre sobre la mujer, el ir de compras con ella. Se sabe que hay alguno que incluso ha pedido el divorcio ante esta macabra, que digo, infernal situación, por que uno sabe cuando sale de casa, pero nunca sabrá cuando acaba, si acaba.
Por ello el equipo de “la historia no nos enseñará nada” con una aguda experiencia en otros campos y en su plenitud de sus facultades físicas, pocas, y psíquicas, aun menos, ha realizado una múltiple serie de consultas y vueltas, concretamente una, y encima femenina, para intentar plasmar en un estudio, que últimamente están de moda, lo que supone ir de compras con la pareja e incluso no llegar a morir en tal intento.
Se sabe que tarde o temprano, más bien tarde, a lo largo de la relación, uno no tiene más remedio que superar tal prueba, ¡JODER!, es peor ir al dentista, o ¿no? A esta manifestación es denominada común por el profesor en Biología Arquimedial Moderna Gerardo Minga como “primer síntoma de la viruela en su mayor extensión y menor acojonamiento varonil” o también conocido como “la paradoja de la paciencia del pingüino chileno y sus apegos con la ginebra”.
Ir de compras con la pareja supone varias horas desperdiciadas, donde podríamos estar tirados en el sofá con una cervecita bien fría viendo el partido de fútbol con los amigos. En cambio estamos ante la total perdida de tiempo existencial que nuestro propio ser puede padecer. Nos vemos yendo por todas las existentes tiendas y las que no existen también, viendo como ella, alegre y feliz, se prueba ropa y más ropa, de todos los colores y formas y tamaños, sin olvidar, como no, los complementos, que eso tienen su propia historia. Que si un bolso por aquí, unos zapatitos por allá y ahora unos pendientes…y así horas y horas donde sospechosamente la lentitud del tiempo empieza a ser relativamente parsimoniosa. Nunca vi en mi vida correr el reloj tan lentamente, un suplicio.
Para ello, este gran equipo te va a desorientar, en lo mejor de sus posibilidades, o no, para que tú sufrimiento sea lo menos posible. Te daremos unos poquitos consejos ¿útiles?, pero siempre que ella no se entere…por que si no…estarás perdido, pero de todas formas hay que sobrevivir, no te queda otra querido amigo, salvo…que quieras cambiar de pareja, cosa que no creo que desees, o ¿si?
Ellas nunca entenderán en la vida el por que nosotros odiamos tanto ir de compras con ellas, como nosotros no entenderemos jamás que a ellas nos les guste el fútbol, en serio, no lo entiendo.
Volviendo al tema, nosotros lo odiamos, las compras que no el fútbol, tal vez, no se, por que no nos gusta probarnos miles de prendas o deambular de tienda en tienda como un zombie tras las rebajas cargados como mulas intentando esquivar a otras tantos “pringaos” que están en nuestra misma y patética situación. Tras analizar todo esto, pues, aun con muchas reservas, aun no encuentro el motivo exacto que explique tal odio, incluso las alergias que algunos llegamos a padecer por ir de compras.
Entrando ya en materia, el primer movimiento y el más importante, es intentar que ella vaya sin ti o al menos ser sustituido por algunas de sus amigas. Que la acompañe ella que para ello son buenas amigas, que yo bien acompaño al mío al fútbol.
Para ello, tanto para no ir de compras como para ir al fútbol, debemos buscar una buena excusa que sea creíble y astuta…pero como la mayoría de las veces no la encontraremos y además no nos creerá, terminaremos por pringar, ni fútbol ni hostias. Así que si no hay otro remedio y si ella no cede y quiere que vayas, irás. Pero tras ceder, hay algo fundamental, vital en todo esto, NO PUEDE IR NIGUNA AMIGA SUYA CON ELLA, por que si no el sufrimiento será doble y el peso de las bolsa también. Además se puede terminar haciendo cualquier locura. O peor aun, alguna sensatez que suelen terminar en dos cosas; en el asesinato de ambas o peor aun, en nuestro suicidio. Pero no queremos que suceda, al menos lo segundo, debemos tener mucha paciencia y sobre todo evitar, encima esto, que nos caiga una buena bronca por parte de ella, que por mucho que lo intenten explicar no lo entenderemos nunca, ni siquiera le encuentro la gracia…y mira que lo intento…bueno, no lo intento.
Una vez dispuesto, obligado, a ir al infierno, es recomendable ir a un gran centro comercial, lleno de tiendas, donde podamos dejar el coche en el parking y moverlo lo menos posible o nada. También es excusa, lo del coche, para poder de vez en cuando llevar las compras y al mismo tiempo poder tomar un ratito de descanso merecido para luego volver al infierno.
Es muy aconsejable llevarte calzado cómodo, vamos andar lo que no esta escrito y posiblemente más, hay que evitar que al final de tal tortura te salgan ampollas. También podemos intentar que haga una lista de todo lo que necesita, es una forma de intentar ahorrar tiempo, pero la mayoría de las veces esa lista no servirá de nada, solo para perder el tiempo.
No todo se resume en el tiempo y en el espacio. Lo peor de ir de compras con la pareja es aguantar, ver y sobre todo opinar, esto último es lo peor de todo, sobre la ropa que en ese momento se esta probando. Aquí el mejor consejo es poder estar en una tienda donde haya asientos, fundamental y primordial. Solo de pensar en que la tienda carezca de tal maravilloso invento me entra la taquicardia… ¡creo que me va dar ahora!... ¡me da!... ¡me dio!
Tras unos ejercicios de respiración y relajación, y volviendo al tema, otra cosa que tenemos que tener en cuenta son los comentarios que podemos decirla a la hora de ver como le sienta la ropa que se esta probando en ese momento. Hay que tener mucha delicadeza por que un solo error por muy pequeño que sea puede ser nuestra perdición y volver al principio de todo. Hay que tener en cuenta, y recordar cada comentario que se diga sobre la ropa que se prueba, por que también un solo detalle equivocado puede ser… ¡buff! no quiero no pensarlo lo que supondría, tal vez, dormir en el sofá una semana entera.
Otro tema a tocar es cuando tú te pruebas la ropa. Ese infierno de humillación que es probarte ropa de todo tipo cuando un hombre solo le gusta dos colores, negro y azul, nada de estampados horteras ni pantalones con flecos. Todo tipo de comentarios, que no solo oyes tú, sino el resto de la tienda e incluso ver a tu, por el momento pareja, comentar lo bien que te resalta ese color naranja con tu oscura piel al dependiente que normalmente suele ser gay, y encima con cachondeo, ¡hay que joderse!
Un hombre cuando va comprar su ropita suele ir directamente a lo que quiere sin darle más vueltas. Además nos gusta ir solos y que las bellas dependientas nos digan lo bien que nos sienta y nos engañen diciendo lo guapos que estamos. Lo reconocemos, nos gusta que nos mientan. Además si tenemos que ir con alguien, como mucho y sin que sirva de precedente será nuestra queridísima madre.
El equipo de “la historia no nos enseñará nada” espera que estos simples y no gratuitos consejos, ya pasareis por caja, que la vida últimamente no esta para regalar cosas. Pues eso, que os sirvan de ayuda, y sino, pues nada, ajito bien picadito con un poquito de agüita del Carmen y con dos cojo…que la vida es para disfrutarla, pero ¿realmente el azul y el negro no pegan? o ¿es solo que no se llevan bien?
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