Rey del Dolor

martes, 4 de enero de 2011

Mi pequeño barco


Llevo mucho tiempo navegando solo en mi pequeño barco. Surco los más lejanos mares conocidos, bajo unas blancas estrellas y siempre voy persiguiendo el mismo resplandor de una desolada luna que deja al deslizarse sobre el cielo caído que me acompaña.

A la deriva, perdido voy al noroeste de las piedras caídas desde los mares del sur. Bajo un fuego del Ártico y sobre los mares donde el silencio es mi única respuesta, me alejo cada vez más de lo que un día llegue a ser. No encuentro un rumbo fijo, solo estoy amarrado a cuerdas frías por el resto de mis días.

Vengo de un lejano lugar, de la tierra que me vio nacer y el destino llorar. Mucho tiempo desorientado bajo la Osa Mayor y tras ella cabalgando por una mar que parece que no tiene fin. El cielo aciago, deja que mi pequeño barco sea arrastrado por la poderosa marea y aun no consigo ningún otra embarcación observar.

Caen lágrimas, una tras otra descansando sobre aquel ardido lugar del cual huyo. Tal vez fuera mi hogar pero ahora es un árido desierto donde la sangre roja yace en el fondo de cualquier mar. Allí solo se oirán gritos de consternación al ver que todo lo que siglos nos costo construir se desvanece en solo unos segundos.

Rendido por esperar, agotado por navegar, hace ya tanto tiempo que ya ni siquiera podría reconocer lo que fue mi hogar.

Ahora guiado por oscuros ángeles no me dejarán ver más al Dios del mar. Sólo le conozco de mis alucinaciones, que ocultas entre cálidas arenas se esconde en el desierto que mi tierra ahora se ha convertido.

Busco una salida que me libere de mi tormento, pero sigo cayendo desde las montañas a ese maldito infierno que no me deja ver más lo que mi tierra fue. Arrasada por el diablo, agoto toda esperanza de ver esa fértil selva imaginaría que todos soñamos algún día. Aun su fragancia llega a mí, me envuelve y me da fuerzas para soportar esta penitencia. Quizás todo fue verdad, pero ya nada será igual.

Deje tras de mi muchas cosas sin hacer, tal vez huí para sobrevivir. La muerte es constante, allí el Rey es ahora el desierto y el agua su proscrito. Viajo con la esperanza abandonada en aquel lugar, en el que fue mi hogar.

Era tierras de grandes leyendas pero el tiempo hizo que sean olvidadas. Solo se oían promesas que nunca se cumplieron. De allí tras ver que la destrucción arribaba, corrimos por nuestras vidas pero pocos pudieron contarlo.

Dejamos atrás nuestras casas mientras todo allí en la noche se extinguía todo y un mar de arena cubría todo lo que en mi vida logre. Todo se hunde bajo el mismo barro, allí todos mis recuerdos quedaron enterrados.

Mientras alzaba las velas de mi pequeño barco, mi reino ardía a mi espalda. Mi alma herida por la espada que el diablo empuñaba, nunca pude reconocer su rostro. Por la envidia fue clavada y en sus ojos odio y rabia es lo que veía. Solo oía gritos, llamadas de socorro y llantos por ver a la muerte tan cerca. Por ser diferentes, la ira del mal se elevo sobre cielos infaustos para exterminar todo aquello que tanto tiempo luchamos por conservarlo. Por ser diferentes, allí nada dejaron con vida. Ahora es un desierto más dentro de su cruel mundo.

Ahora todos esos recuerdos me arrastran a fatigadas lágrimas, pero no ceso de navegar bajo las piedras caídas sobre el intratable océano azul. Sobre la espuma de la marea soy conducido bajo aliento de aquella tierra húmeda que ahora se desangra. Ese soplo que aun me vuelve cuando cierro mis ojos pero apenas ya me quedan recuerdos de la tierra donde nací y crecí.

Mi fe como espada y mi ilusión como escudo podría yo conquistar de nuevo nuestro mundo, pero tal vez sea tarde y yo solo no lo logre. Ya son tierras excesivamente lejanas, donde habitaban grandes hombres y las más bellas mujeres. Nadie reconoce lo que fue, solo desolación donde antes inspiración existía. No habrá más ayuda, nada sirve tener valor si solo la muerte te espera tras ella.

Mi pequeño barco no cesa en su empeño, me desvanezco tras el rabioso viento. Mil nubes cabalgan a mi par, todo gira en torno a una frágil luna llena. Confusa ella entre las tormentas de arena que arrasan mi tierra dejándola cubierta bajo las gemelas dunas para olvidar todo lo que aquello fue. Eran sueños que tras el dolor causado por ese mal, esperaban una explicación de la razón de lo ocurrido.

Viajando por la mar intento madurar. Podría expresar mis ideas, pero un gran muro construirían para con él no se pudiera ver la verdad. Mi destino me guía hacia al norte, pero aun tras de mí tengo su amenaza. No se quien tiene más sed de venganza corriendo en sus corazones. Son mis enemigos, caminan libres por todo lo que conquiste en el pasado. En sus rostros veo hambre por tener mis reinos yacientes bajo ese mar que ahora es mi abrigo en mis más frías noches solitarias.

Todo queda abandonado bajo el manto de la oscuridad, cubría cada rincón de mi quebrantada ciudad. Son tormentosos recuerdos que vienen a mi mente, tal vez sea por tanto tiempo que llevo navegando solo bajo inmensos cielos estrellados. Y en la penumbra aun me arrepiento de muchas cosas pero demasiado tarde para ser perdonados y menos para olvidarlos.

Vengo del sur, allí renuncie a mi espíritu. Tierra de paz y amor, verde y azul eran su color. Olor a un intenso mar azul, sedosa en su piel, ahora lugar donde ya nadie es fiel. Es la tierra que me vio crecer, y ahora por diferencia de ser el destino me hizo marchar.

Ahora ese lugar sediento es más que un desierto. Se perdió la esperanza, allí el agua es añorada. Y bajo ese cielo cristalino, ese destructivo mal es aun recordado. Será el sino de mi vida por el resto de mis días ser hostigado por pensar diferente.

La prisión o tal vez la muerte me esperaba si de allí no huía, y desde mi pequeño barco mientras me alejaba mar adentro veía como mi ciudad sin cesar ardía. Con mis manos protegía a mis ojos para no verlo, pero aun podía oír a un gran lobo aullar tras de mí perdiéndose su figura tras una menguante luna.

Al viento aun me susurra al oído, atrás no dejo de mirar. Mucho tiempo por esos años de confusión y épocas de extorsión. Bajo candentes estrellas me veo perdido siguiendo una corriente del mar que a ninguna parte me lleva. Sé que todos los males que arrastro no se me olvidarán mientras por el viento siga amarrado a esas heladas cuerdas por las promesas que nunca cumplí.

Izó mis velas, soy arrastrado por la marea. Buscaba alguna verdad, tal vez sea un tabú. Pero solo al final y desnudo ante el mundo no lloraré más por mí. Lloraré por la tierra que no supe defender, por la tierra que ahora yace bajo la arena del mal.

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