Rey del Dolor

lunes, 4 de octubre de 2010

Sombras bajo la lluvía (2ª parte)

Esta mañana me he despertado desnudo y solo en una cama que no es la mía, otra vez. No reconozco la pequeña habitación de un sucio hotel del centro de la ciudad, nunca antes había estado aquí. Se que no he pasado la noche solo, las sábanas huele a sexo encolerizado. Aun no puedo ponerme de pie, pero no recuerdo como llegue hasta aquí ni tampoco con quien pase la noche en esta pequeña habitación.

Tal vez ayer bebí más de la cuenta, nunca supe donde está mi límite. Ahora en mi mente vuelven esas mismas sombras que me persiguieron bajo la lluvia hace ya un tiempo. Creí haberlas derrotado cuando la conocí, pero desde que la perdí son mi única compañía cuando salgo a perderme en el alcohol y entre la paranoia de la noche.

Debo levantarme de esta extraña cama donde le hice el amor a una desconocida que mi memoria no retuvo. Debo salir de esta habitación, me siento sucio y culpable de algo que no llego a recordar. Recojo toda mi ropa desperdiciada por la habitación.

Aun hay billetes en mi cartera, hoy no he pagado por una noche de sexo que no llegaré a recordar nunca. La cabeza me da mil vueltas, solo veo esas mismas sombras bailando bajo la lluvia que invaden mi mente cada vez que caigo en este juego que parece nunca acabar.

Me doy una ducha fría, no sirve de mucho, la cabeza me va estallar. Sigo sin recordar nada de la última noche. Es frustrante caer de nuevo en este infierno, ya se que no es la primera vez, espero que sea la última, no puedo seguir así.

Me visto rápidamente y salgo de la impúdica habitación. Pregunto al tipo de recepción si recuerda a mi acompañante de anoche. Pero el hombre que esta ahora no es el mismo que me dio la habitación. Solo a primera hora de la mañana una chica con los ojos azules y ahogados en lágrimas salio del hotel y tomo un taxi y se marcho sin decir nada, me llega a contar el tipo de recepción.

Al oír esas palabras todo se vuelve confuso para mí. Mi cabeza me juega una mala pasada y varios flashes de esta última noche recorren mi frágil mente. Solo veo esos ojos azules clavados en mí, solo recuerdo su olor sobre mi piel. No quiero pensar y mucho menos ya recordar que ella fuera la chica de ojos azules y ahogados entre lágrimas con la que hice el amor esta última noche. Se que ayer bebí demasiado, hasta perder el control. Se que debería dejarlo pero si esa chica era ella, nunca me lo perdonaría, otro error en mi cuenta.

Intento, sin fe alguna, llamarla al móvil pero como es de esperar, el vacío y el silencio es lo que recibo por contestación. No pudo ser ella, no debió ser ella, no quiero que fuera ella. Todo esto me esta volviendo loco.

Salgo a la calle corriendo y una fría lluvia me recibe. No se donde estoy, no se donde iré, debería ser lejos de aquí. Las sombras me esperan en la esquina, se que no debo ir con ellas. Se que no puedo seguir así, ya me lo dice mi médico “Mario, si sigues así morirás pronto”. Debo hacerle caso y seguir su advertencia, pero aun me podrán ver bailar con las sombras bajo la lluvia.

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