Rey del Dolor

lunes, 18 de octubre de 2010

Encuentros con extraterrestres, primera parte


Sería por septiembre cuando estaba perdido en alguna pequeña y desértica playa del sur de Portugal. Lugar donde apuraba sentado en la fría arena una botella de ron de alguna marca rara, mientras intentaba plasmar en unas líneas las inquietudes y estos sentimientos que no me dejan vivir en paz en una simple carta.

Todavía estaba indeciso si enviarla no una vez terminada. Son líneas escritas, tal vez desde una mente ebria, dirigidas a un corazón herido, dirigidas a un silencio eterno…dirigidas hacia una extraña.

Ya era tarde, nadie se veía por la playa, ni siquiera a los niños jugar con las olas. La noche aun agradable, acechaba pero aun me quedaban palabras por decir, son palabras mojadas por lágrimas estériles. Solo me quedaba en esa playa alcohol por beber, la única que nunca me abandona cuando más la necesito.

Mientras le pegaba otro largo trago al ron, de repente en el cielo algo monstruoso apareció de la nada eclipsando incluso a la blanca luna. Redondo como un donuts y lleno por todas partes de pequeñas luces rojas, tapando así mi visión del cielo estrellado. Era grande como dos estadios de fútbol y yo solo podía mirar hacía arriba con las rodillas temblando deseando correr hacía ninguna parte pero las jodidas piernas no me respondía.

La puñetera nave se quedo inmóvil sobre mi cabeza, como si flotara. “¡MIERDA!, los guardacostas, eso, o el ron no era ron y el “puto” chino que me lo vendió me dio garrafón”.

Una luz blanca salia del centro del aparato alumbrándome y arrastrándome hacía arriba como si volara. Me dio tiempo a coger mi cuaderno donde escribía mi carta hacia un amor utópico, también la botella de ron, y mi toalla, que según dice puede ser muy útil cuando uno viaja por el espacio exterior. “Estos son los americanos que han averiguado que fui yo quien se orino en una fuente de Central Park, ¡CERDOS!”

Al acercarme a tal monstruosidad, una pequeña compuerta se abrió ante mí y al entrar todo era oscuridad y silencio…un silencio que ya conocía. “Lucha para no morir o algo peor, para que no te introduzcan nada en el culo”. Mientras espera a ver que coño sucedía apure la botella de ron dejándola seca.

De repente otra puñetera luz, esta vez brillante, blanca y cegadora me ilumino sin que pudiera ver nada. No podía adivinar donde estaba o si estaba solo cuando una potente y aguda voz dijo. - ¡Olá terráqueo!- . “Pues va ser que no son americanos”. – Bem-vindo ao nosso nave -. “¡COÑO!, los pavos estos hablan portugués!”.

Poco a poco fui recobrando la vista, aunque muchas ganas no tenía yo por ver lo que me encontraría a mí alrededor. Yo por si acaso agarraba la botella vacía para poder utilizarla como arma arrojadiza. – Sossegado terráqueo, nós veimos en paz -. “Y una mierda, también así vinieron los lagartos de V y la cosa no termino bien para los humanos”. Y a ciegas contesté. – A mí hablarme en castellano, joder -.

Mi vista se aclaraba y podía apreciar que estaba en una gran habitación blanca de forma circular donde no había ni muebles ni ventanas. Nadie más que yo estaba en esa inmensa habitación…y me sentía observado. Yo con educación pregunte por mi situación - ¿Quien coño sois?, ¿Qué cojones queréis? Y ¿Qué ostia queréis de mí? -. Y yo seguía sin soltar la botella…por si acaso. - Calma terrícola, no queremos hacerte ningún daño, nuestra intención es buena -. “Eso ya lo había oído antes y no hace mucho…y luego ¡ZAS! En toda la boca”.

Desconfiaba y mucho, de esas amables palabras. Yo podría estar borracho, que lo estaba, pero mi recelo sobre la extraña situación aun era muy latente. “Nunca te fíes de quien cuando habla se oculta”. – Muy bien, entonces…-. Dije bajando lentamente la botella vacía de ron. - ¿Qué queréis hacer en La Tierra?, invadirla y destruirla no, ¿verdad?, entonces ¿turismo? -. Con la mirada desafiante y el cuerpo aparentemente relajado, pero sin saber a donde coño mirar, esperaba lo peor.

Aun seguía solo en esa amplía habitación circular esperando que algún monstruito verde con antenas en la cabeza apareciera por allí, “siempre atento, Mario” y eso me mosqueaba bastante, “¿Estarán jugando conmigo?”. Me veía como el cristiano que tiran los romanos a los leones. – No debes temernos humanos. Estamos perdidos y muy lejos de nuestro amado planeta, Nadai es como se llamaba nuestro hogar - “¿Se llamaba?”. – Llevamos mucho tiempo viajando por el universo y ya tenemos ganas de estar en el hogar…pero no podemos -. Dijo en un tono triste esa voz aguda. Yo no me lo terminaba de creer. – Ya, y yo también estoy lejos de mi casa pero en cambio a mi no me apetece volver -. Dije fríamente. - ¿Pero porque terrícola?, el hogar es el mejor sitio para estar, lo añoramos tanto -. Insistía el colega extrañado por mis palabras. – Pues yo no lo hecho de menos y ¿Por qué?, pues por una mierda de curro sin futuro, por que mi exnovia ni me habla y creo que me repudia…bueno, a ella si la hecho de menos pero ya no importa y por alguna razón más que no viene a cuento -. Le volví a responder, ahora ya desganado, no me apetecía entablar conversación sobre mi vida con unos tipos que a saber de donde cojones venían. – Y vosotros, ¿Porqué no podéis volver?, ¿alguna disputa política?, ¿tal vez una absurda guerra?, ¿por alguna hembra desdichada? ¿Por qué vuestro planeta está caput?... -. Le pregunte, aunque en realidad no preocupaba mucho salvo la última pregunta…y eso me inquietaba y me daba muchísimo miedo. Estaba cagadito pensando además que coño podrían hacerme estos tipejos del espacio. “la TV a hecho mucho daño a mi frágil mente”.

- Nada de eso si es tu preocupación, simplemente el GPS de la nave se estropeo y vamos a la deriva y no sabemos arreglarlo -. “Joder con las excusas baratas…otra más que tengo que creerme, otra más que me tengo que tragar…y una mierda”. – Y habéis caído por casualidad en mi planeta, ¿no? -. Pregunte sabiendo ya la contestación. – Así es terrícola -. “Ya, seguro”.

De repente oí que se abría una puerta tras de mí, un escalofrío me invadió todo el cuerpo, “ya vienen a por mí, prepárate”. No quería girarme, “seguro que son hombrecitos horribles y que al verlos les vomitare toda la comida…creo que sin verlos también lo vomitare”. Y la voz aguda que ya conocía salta a mi espalda – Interesante espécimen –. “Eso no me ha gustado ni un pelo como ha sonado”. Me gire con la toalla en mano, dicen que es una arma poderosa en otros mundos. Lo que había tras de mí era un pequeño ser gracioso de color grisáceo y con la cabeza grande en forma de balón de rugby y con una sonrisa tan adorable…”Me recordaba a cierta…”. – Hola terrícola, ¡je je! -. “Pero ese tonillo…” y de pronto saco una especie de pistola pequeña, parecía un juguete, y el muy mamón me disparo un rayo…- Felices sueños humano iluso - . Es lo último que recuerdo antes de desmayarme y caer en un profundo y a la vez placentero sueño. – Enano cabrón, cuanto te pille…zzz.-

(Continuará…)

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