Rey del Dolor

jueves, 28 de octubre de 2010

Juicio final

Llevo cabalgando ya mucho tiempo e incapaz soy de acordarme donde empezó mi mísera historia. La noche que cae sobre mi cabeza, es fría y misteriosa. Voy perdido, sin rumbo fijo, deambulando por un desierto sempiterno que apenas conozco. Solo hay una melancólica oscuridad, ya mi vista ni siquiera alcanza ver el horizonte. La luna hace tiempo que me abandono a mi suerte. Hace un tiempo era mi compañera, era mi guía y mi luz pero sin su presencia creo haber perdido la senda del camino que llevaba.

Aunque millones de estrellas revoloteen como mariposas a mí alrededor, y crea que me pierdo entre las grandes dunas, todavía no caigo en el deseo de rezar algún Dios. Mi caballo corre como sí Belcebú fuera en nuestra caza. Apenas dejamos huellas en nuestra huida, apenas rozamos el suelo.

Más lóbrego es el cielo en está parte del desierto, mi alma es cegada por el miedo al oír unos coléricos gritos tras un álgido viento. No puede ser ningún lobo gris, conozco bien su aullido. Algo va tras mi espalda, y juro con mi vida, nunca oí tan atroz sonido. Cada vez más cerca de mí, cada vez más rápido cabalgo.

Lo podría yo pagar, se que por los actos que cometí en el pasado no me hacen ser ningún elegido a ser orado por los Dioses. Se acerca el día del juicio final, tal vez merezca este final.

Y si rezase a Jesús, ¿que podría hacer él por mí?, ¿Qué podría yo esperar de él cuando solté su mano muy joven? Sujeto estoy por alfileres al mal. Tal vez mañana no despierte y ahogado yaceré junto a cualquier mar olvidado de cualquier sentimiento de misericordia.

Más rápido cabalgo, se que algo va detrás de mí. Mis ojos hacía el horizonte se dirigen, se que debería ver ya el sol, todo es oscuridad en torno a mí. Hay perversas sombras tras mi frágil espalda que me quiere coger, pero yo en sus brazos no quiero caer, eso sería mi final.

He sido lo peor del planeta, un pecador toda la vida. He dejado tras de mí una gran estela de horror y muerte. Pero el tiempo en mí se desvanece bajo las vastas resacas que he tenido en la mitad de mi vida. Se que tengo algo que va detrás de mí, y no es un lobo tras su manjar. Con la mano en el gatillo espero que él llegue hasta mí. Le esperaré y me enfrentaré a él, es él o yo. Ya es tarde para cambiar mi estilo, pronto hallaré mi muerte.

No creo en la resurrección, mi alma aun invadida de veneno está. Hacía al norte debería seguir mi dirección, no puedo mirar atrás. Seguiré siendo el primero que aun rastrea la condenación por sus pecados cometidos.

Ahora no puedo caer en la tentación, el cura ya me lo advirtió. Se que he sido siempre un canalla existencial pero las palabras de ese sacerdote pendían de mi cuchillo. Se que algo me empujo y él cayó al sueño eterno entre mis manos.

Nunca podré creer en lo celestial, nunca me ayudo. Siempre fui un pobre diablillo que muchos errores cometió y ahora ya es tarde para arrepentirse de ellos. Se que voy a pagarla, algo diabólico me persigue y no se detendrá hasta tener mi cobarde y sucia alma. Hoy es el día del juicio final, hoy pagaré por todo lo que hice.

Ni siquiera ahora a Dios podría rezar, ni siquiera él me podría ya salvar. Hay un sol que diviso en el horizonte, siempre está tan alejado.

Cierro mis ojos y sueño con una estrella de ojos azules, ella sería mi candil. Ya es tarde para coger su pequeña mano, ya llego, mi juicio está por empezar.

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