Rey del Dolor

martes, 23 de noviembre de 2010

El Ladrón de coches


La oscuridad una vez más nos invade en esta calurosa noche de verano. Salgo de mi casa con mi mejor traje en busca de lo que es capaz de ofrecerme la ciudad.

Me pierdo paseando por las mejores zonas de riqueza que tiene Madrid. Me detengo frente a los locales más lujosos de la ciudad y allí descubro chicas hermosas sacadas de las revistas de moda con sus mejores y más provocativos vestidos.

Sonrisas blancas y maliciosas en sus rostros en buscan de seducir aquellos que tiene el dinero rebosando en sus apretados pantalones. Los coches más caros del mercado se pasean alrededor de las chicas, son como animales de presa en demanda de su alimento diario. No dejan que las calles estén vacías durante un tiempo, se hace la selección natural. Los locales de actualidad están a rebosar de gente, grandes “gorilas” con caros trajes negros impiden la entrada de aquel que no da el tipo para ingresar en su suculento club, yo se que allí, yo no tengo ni deseo tener cabida, ese no es mi mundo

Paso por delante de todo aquello con indiferencia, y con mi mejor sonrisa irónica que tengo. Me importa una mierda todo ese sórdido mundo salvo a lo que ido a buscar en esta noche. Solo de todo aquello me interesan los lujosos coches aparcados en los parking de los alrededores. Coches con estilo, veloces, conducidos por insulsos personajes que se creen ser Dios y albergar en ellos la codicia y avaricia tan común en su enfermizo e hipócrita mundo que les ha tocado padecer.

Un cable llevo en el bolsillo de mi chaqueta y con algo de pericia en mis dedos, no hay coche que se me resista. Este es mi furtivo negocio, está es mi pasión. Solo espero mi momento, no debo tener miedo alguno, y en un abrir y cerrar de ojos, y sin que nadie se de cuenta, cualquier coche de lujo puede caer en mis habilidosas manos.

Abro la puerta, el olor a nuevo me hechiza. Entro con mucho sigilo, cierro la puerta y lo observo, ya eres mío por esta noche. Juntar los cables precisos para arrancar y así oír el celestial rugir de su potente motor. Cierro los ojos, su melodía me emociona y me iza a tocar el cielo con mis dedos. Bajo la ventanilla, meto la primera y acelero. Salgo a toda velocidad del parking, nadie sospecha del robo cometido y Castellana arriba voy conduciendo con la música alta, dejando atrás cualquier pista que me delate para disfrutar, en esta fogosa noche de verano, de tal exquisito premio obtenido, por las calles de Madrid.

Me detengo en un semáforo y una bella chica me mira mientras cruza delante de mí. Me guiña un ojo, si quisiera, pasaría la noche contigo…pero hoy solo tengo ojos para esta preciosidad que he tomado prestada.

Arranco a toda velocidad dejando atrás una posible noche de pasión. Sin pesarlo me dirijo con el coche hacia la autopista, apenas hay tráfico por la ciudad. La velocidad me cautiva y con el olor del cuero, siempre excita a mi imaginación. Me veo en diferentes situaciones, fantaseo que soy otra persona, tal vez aquella que puede ser el dueño del coche que he sustraído. Me imagino en su mundo, en su vida, mientras voy conduciendo su coche por la autopista a más 200km/h y con su música como única compañera de viaje.

Ser el director de una gran compañía mundial con un sueldo de ensueño que en su lujosa mansión, a las afueras de la ciudad, le espera una bella esposa y sus dos hijos pequeños en edad escolar. Llegar a ser una persona que puede sentirse que tiene un vacío en su simple y agria vida y con ello aparentar para el resto de la humanidad que uno es un ganador nato y el mundo está a sus pies.

Un triunfador venido a menos que busca en esos lugares liberarse de las cuerdas que uno cree que esta atado de por vida. Hay muchos y diferentes tipos de complicaciones en aquellos sitios. Entras buscando tomar una copa para relajarte después de un día duro en el trabajo y terminas yendo todos los días por que has conocido a una atractiva mujer mucho más joven que tú, que te hace sentir libre en la rutinaria vida que te ha tocado en suerte.

En el reservado con un par de copas, todo se lo cuentas a ella. Gastas tu dinero y la noche con su valiosa presencia. Hay un rastro de su cautivador perfume, a él te aferras para no pasar sólo la noche y las palabras se convierten en suaves susurros que ella tan cerca te deleita haciéndote sentir un leve zumbido en tus oídos, de su amante te conviertes en semejante noche. Quieres que todo su perfecto cuerpo sea de tu propiedad, promesas que se hacen en una prohibitiva habitación de un lujoso hotel. Hasta allí la llevas en tu flamante coche para olvidar tu pasado y amor eterno ella hasta el amanecer te promete.

Vuelves a casa en el gélido amanecer. Has dejado a la amante nocturna en la habitación del hotel desnuda durmiendo entre las sábanas donde la hiciste el amor. Al despertar ella vera que las dejado un sobre blanco con dinero dentro sobre la mesilla de noche, te sientes culpable, tienes el pecado escrito en la frente.

Imagino a su bella esposa con lágrimas en los ojos, ella puede aparecer como una idiota sin saber que su vida se pierde entre sus manos. Ella recoge a los niños en alguna escuela privada de la ciudad, ellos de nada desconfían. Mientras ella regresa a casa con los niños, recuerda lo que él le contó al llegar a casa esta mañana cuando aun ella fingía dormir. Él llego tarde y estuvo trabajando solo en el despacho de su oficina por el nuevo proyecto de la empresa. Pero ella ya no sospecha, el olor a colonia de otra mujer se delata en la ropa de él.

Los niños no pueden estar callados, ella conduce a gran velocidad entre un tráfico ligero que hay en la ciudad durante el verano. Se hace de noche y se pierde entre la rabia y la desolación del engaño. No quiere regresar, desaparecer a través de la inmensidad de la carretera por donde conduce y ser tragada por la profunda oscuridad de la calurosa noche desea.

Conduzco durante horas sin un rumbo fijo, mi mente se libera con la suave brisa que me ofrece el caluroso verano. Solo quiero sentir la velocidad en un coche lujoso. Lleno el depósito con lo que he consumido de gasolina en mi pequeña aventura, y regreso para dejarlo aparcado donde lo cogí prestado. Nadie se ha dando cuenta que semejante coche ha faltado del parking toda la noche. Lo abandono tal como lo encontré al tomarlo prestado, y me alejo unos metros esperando a ver si aparece el dueño del coche.

Al poco tiempo aparece saliendo por la puerta de un lujoso hotel que estaba enfrente, cruzamos las miradas, en su rostro escrito lleva el pecado cometido. Abre la puerta de su coche y sin darse cuenta de lo sucedido, escapa del lugar a toda velocidad, dejando tras de si un rastro de perfume de mujer, regresando a su hogar donde su bella mujer le espera fingiendo dormir.

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