Rey del Dolor

viernes, 16 de febrero de 2007

Oigo voces alrededor de mi mente


Oigo voces alrededor de mi mente, han retornado desde aun lugar muy profundo donde se hallaban confinadas, para repeler mis callados sentimientos que tengo hacia ti. Creí que ya las había dejado atrás, creí que las vencí, pero ahora como entonces aun no he podido encontrar en mi borroso camino, esas enormes piedras que las puedan ahuyentar de mi mente.

Encerrado en mi exiguo hábitat donde me hacen prisionero, intento no escuchar, no debo hacer caso a las voces. Son como pequeños pájaros revoloteando sobre el tejado de mi casa, intento de mí alejarlos, pero aun siguen posados sobre el tejado. Vuelan hacia la puerta, se cuelan por la ventana, van en busca de todas mis lánguidas emociones que se lamentan de tener tantos temores por llegar alcanzarte con mis manos. Esos miedos que nadie es capaz de olvidar pero nadie es capaz de perdonar por tenerlos.

Nadie debe lamentarse por mí, aun desconozco la verdad de su fiel e irreducible existencia. No me lo preguntes, vinieron cuando creía salir de mi prolongado abismo que fui empujado hace tiempo y supuse que tu mano me ayudaría a levantarme tras mi dolorosa caída, pero las voces ya estaban aquí cuando tú arribaste en mi camino. No hay piedras que tú me puedas dar y las ahuyente alejándolas de mí.

Podría ser el único que dentro de esta afligida soledad que me invade dentro de mi pequeña habitación, llega a oír esas voces que giran alrededor de mi mente. Tal vez le mande muchos mensajes al esquivo mundo, lanzados a un jadeante mar dentro de una botella, pero cada vez que a ti intento acercarme esas voces parecen sujetarme a cualquier árbol del bosque y así retenerme en mi desolada existencia.

Aun soy demasiado joven para reaccionar, incluso algo iluso para soñar. Aunque piense que existe un mal en torno a mí, debo intentar conseguir lo que quiero, aunque tenga que por ello mis miedos dejarlos atrás. Los errores siempre existirán, quizás sea más de lo normal lo que sucede en mi vida.

Veo entre la gente que ante mí se cruza en la calle, grises miradas que no se dirigen a ningún lugar real. En sus almas ese miedo percibo, es lo que me susurran las voces al oído. Es ese miedo por caer muertos en un pozo de negrura y no haber logrado nada en sus cortas vidas. Olvidados de los sueños que tenemos cuando nos vamos a dormir, ignorados por sus propios sentimientos, se encierran en su acomodada angustia, todo se mueve a través de la apatía de la humanidad. Matar para vencer, si al final ganar es olvidar mientras por ello caigan lágrimas con el atardecer, y yo así yo no quiero ser por un amor que halle en mi camino tal vez no sea correspondido.

Las voces aun en mí perduran, aun en mi tristeza no concibo caer. No quiero verme ausente ni que digan que tengo miedo, no podría nadie ya comprenderlo. No hay que dejarse vencer, pero si me derrotan lentamente a todos nos empujarán a la frialdad del vacío. No debo escuchar más esas voces que están alrededor de mi mente, ellas siempre me arrastran a la perenne equivocación a lo largo de mi camino.

Podría decir lo que pienso, pero nunca lo que deseo. Se que algún remedio hay para evitarlo, tal vez en mi quebrantado corazón este esa pequeña puerta que abra una salida para desterrar estos sentimientos que hacia ti tengo. Pero siempre habrá alguien que deseé romperlo o incluso cambiarlo de nombre. Pero de ninguna guerra soy cómplice, ellas están ya aquí, aunque intente no dejarlas entrar en mi mente, giran en torno a toda mi realidad, parecen estar en todas partes alejando de mí mi única esperanza de sobrevivir.

Quizás yo me pueda preguntar donde el mundo tiene su próximo final, a veces enredado entre las voces no me veo con la seguridad de cual es mi propia realidad. Hay piezas de este mecanismo que no llego a comprender pero todo el mundo creé saberlo y en mí solo una pequeña sonrisa cuando intentan explicármelo creyéndose que sea yo el único ignorante. Todos dan su opinión, todos creen llevar la razón. Acaso todo lo que me cuentan es mentira que se pierden en su propia explicación.

Ya hace tiempo que intento vencerlas, ahora me toca hacerlo por mí mismo. Busco una reflexión donde busco la razón de la existencia de esas voces. Cerrar debo los ojos, encontrar en mi camino esas piedras para alejar las voces de mi vulnerable espacio, es ese mi único cometido si contigo deseo juntar tu alma con la mía por el resto de nuestros días.

Con el paso de los años y en otra fría noche de febrero volverán aquellos recuerdos que contigo quiero realizar y así compartir. Esos recuerdos deben permanecer juntos para olvidar que algún día llegue a oír esas voces alrededor de mi mente. Buscaban que desde mi confuso corazón te evaporarás para siempre pero al final encontré en mi camino esas enormes piedras con las que pude ahuyentarlas por el resto de mis días.

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