Rey del Dolor

martes, 27 de marzo de 2007

Feliz cumpleaños


Un tal día como hoy, pero hace ya 30 largos años nací. Fue un domingo primaveral, anterior a la Semana Santa del año cristiano1977 D.C. cuando a las siete de la mañana, madrugador fui, y eso que lo odio, cuando abrí mis frágiles ojitos al mundo y lo primero que vi fue a un tío con bata blanca, ¡joder!!! casi me muero del susto, y encima el muy cabrón me quería azotar, pero mi venganza fue cruel, me mee sobre su bata blanca merengona, creo que fue mis primeros pasitos como colchonero acérrimo.

Olvidando todo lo contado anteriormente, hoy entro en esa última etapa de la juventud, o eso creo, que es la treintena, una edad donde aun eres demasiado joven para los cuarentones y algo mayor para los veinteañeros. Con lo cual, no se si deprimirme y encerrarme sin salir de casa zampando chocolate hasta reventar, o quedar con unos pocos amigos de toda la vida que puedan estar en mi misma situación y pillar la cogorza del siglo a base de cerveza y tequila, eso si, la resaca puede durar la semana entera. Nos hacemos viejos y el cuerpo ya no aguanta tanto como podría hacerlo hace unos años cuando uno tenía veinte y tantos.

Todo cambia, ya no eres el mismo. Ahora te miras al espejo del baño y ves tu tripa, antes, recuerdas con mucho cariño que allí había hace unos años un amago de tableta de chocolate, ahora, aunque la intentes meter, tu barriga parece un bombón relleno con sorpresa. Además ya ves que te están saliendo unas pequeñas arruguitas en la cara. Las canas ya son más que una simple anécdota en tu cabellera que cada vez tiene más claros e incluso te crece pelo donde antes no había. Son los puñeteros síntomas de la edad y no hay marcha atrás, los treinta ya están aquí.

Ahora y con el paso del tiempo, ves que con cada pequeño esfuerzo va acompañado con un leve ruidito, parecido a un suspiro largo, e incluso a veces uno se tiene que apoyar en algo para levantarse, algo que hace no mucho tiempo se hacía con un simple salto. El cuerpo ya no esta para muchos trotes, antes uno era capaz de aguantar todo lo que le echasen durante el fin de semana y seguir en pie, desde el jueves hasta el domingo de juerga y prácticamente borracho todo el tiempo, pero ahora es muy diferente, con un día, quedas destrozado para el resto de la interminable semana tirado en el sofá de casa haciendo zapping en la televisión, donde nunca dan nada, y con una resaca de caballo, por que como siempre y eso es de lo poco que no cambia con los años, te han dado garrafón y es que no aprendemos.

Estas tumbado viendo las motos del domingo, cada ruidito es un martillazo en tu cabeza, pasa los minutos y aquello no mejora mucho. Echas de menos esos prodigiosos años, volviendo a casa algo cargado de alcohol, bueno, hasta las cejas de alcohol, y tras dormir apenas unas pocas horas, si las dormías, por que a veces ibas de empalme, acudías a echar tu partidito dominical de baloncesto con los colegas, que solían ir igual o peor que tú, y ahora eres incapaz de mover un solo músculo, ni siquiera para ir al baño. Y lo peor no es eso, que si encima, por recordar viejos tiempos, aun eres capaz ahora de echar ese partidito dominical con los amigos, incluso con resaca, ya la muerte puede ser el siguiente paso.

A la resaca, hay que añadirle las molestas agujetas y unos cuantos dolores musculares en lugares que nunca se supiera que existieran en tu cuerpo. Con este papelón, la semana se puede hacer un poco más inacabable de lo que suele ser lo normal, eso, que también se añade el cachondeo de los compañeros de trabajo, ¡uff!, un infierno merecido por ser un verdadero cafre.

Ahora al cumplir los treinta se tiene otra perspectiva de la vida y de lo que te rodea que se podía tener hace diez años. Por que cuando uno entra en la veintena, es una etapa mágica que se abre ante tus castos ojos, y ves que hay infinidades de mundos por descubrir, gente por conocer y cree tener, inocente uno, el mundo a sus pies. Pero nunca piensa que alguna vez llegará a cumplir los treinta, lo ve tan lejos, pero, el tiempo pasa demasiado rápido y cuando menos te lo esperas, ahí están, esperándote junto a la puerta de casa con una sonrisa macabra en su mofletudo rostro para felicitarte en tu treinta aniversario. Entran sin llamar, se acoplan en el sofá, como suele hacer uno cuando llega a casa, y tras ver eso, uno reflexiona echando la mirada hacía atrás, recordando los sueños y expectativas de futuro que tenía cuando cumplió los veinte y ve ahora , y con nostalgia que todo aquello divagado, poco se ha hecho realidad.

Uno soñaba despierto con un trabajo de puta madre con un sueldazo, una novia que fuera la envidia del resto, una gran casa y un coche deportivo en el garaje, pero todo eso sólo eran sueños. Ahora te conformas con un trabajo donde te exprimen al máximo por un sueldo de mierda, tu novia te dejo hace tiempo por huevón y el resto de las chicas, tal vez por lo mismo, no te hacen mucho caso últimamente. Y respecto al coche, peor, lo tienes en el la calle y como es de segunda mano, le cuesta arranca cuando hace algo de frío y para rematar tus sueños, aun vives en casa de tus viejos con poca o ninguna perspectiva de independizarte.

Al echar la mirada atrás, también ves que son muy pocos los amigos que se conservan desde los veinte. Te das cuenta que cada uno a tomado una vía diferente y ya apenas tienes contacto con ellos. Amigos de borrachera y juergas inacabables yendo detrás de todo que tenía faldas, donde al amanecer del siguiente día tus recuerdos son océanos donde apenas tienes algún nítido recuerdo de la noche pasada.

Ahora, con los amigos de verdad, que son para toda la vida y no solo son para grandes juergas, junto a ellos, te conformas cada fin de semana con ir a tomar unas cuantas cervezas y tener una buena conversación o hacer algún viaje o simplemente echar un partidito de baloncesto, futbito o un squash, y las juergas lo dejas para momentos especiales, que suelen ser de pascuas a ramos, pero las disfrutas y las aprovechas al máximo de tus posibilidades.

No se si me hundiré en la mayor de las depresiones a partir de mañana, pero tal vez la deje cuando los cuarenta me estén rondando, pero no caeré en verme como estaré dentro de diez años, por que puede ser otra razón para deprimirme más. Ahora hay que disfrutar y vivir al máximo cada día, nunca se sabe lo que pueda pasar. Además debería estar contento, hace ya más de diez años una vieja bruja gitana me echo una maldición, fue por reírme de ella, donde me presagio que no llegaría a cumplir los treinta, pues se equivoco, afortunadamente aun me quedan muchas cosas por realizar y promesas que debo cumplir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Comparto tu historia, soy mujer y no quiero q llegué el 8 de Setiembre por q cumpliré 30 años, cuando cumplí 20, ahora me acuerdo odiaba tener esa edad y ahora mucho mas, pero sacaré fuerzas para enfrentar mi edad al fin y al cabo todos llegaremos a tener "30"