Rey del Dolor

lunes, 25 de diciembre de 2006

El juicio final

Cabalgue durante toda una noche, voy perdido, deambulando por un desierto sempiterno que apenas conozco. Solo hay oscuridad, ni siquiera alcanzar puedo el horizonte. La luna dejo hace tiempo de ser mi compañera de guía, y creo que he perdido la senda del camino que llevaba. Aunque millones de estrellas revoloteen a mí alrededor, y crea que me pierdo entre las dunas, todavía no caigo en el deseo de rezar algún Dios. Mi caballo corría como sí Belcebú fuera en nuestra caza. Apenas dejamos huellas en nuestra huida, apenas rozamos el suelo.

Más lóbrego era el cielo, mi alma cegada por el miedo al oír sus gritos tras un álgido viento. No podía ser ningún lobo gris, conozco bien su aullido. Algo va tras mi espalda, y juro con mi vida, nunca oí tan atroz sonido. Cada vez más cerca, cada vez más rápido yo iba.

Lo podría yo pagar, se que por los actos que cometí en el pasado, se acerca el día del juicio final. Y si rezase a Jesús, ¿que podría hacer él por mí? Sujeto estoy por alfileres al mal. Tal vez mañana no despierte y ahogado yaceré junto a cualquier mar.
Al fondo aun no se ve nada. Se que debería ver ya el sol, todo es oscuridad en torno a mí. Hay una mano que me quiere coger, pero yo en sus brazos no quiero caer, eso sería mi final.

He sido lo peor del planeta, un pecador toda la vida. He dejado tras de mí una gran estela de horror y muerte. Pero el tiempo en mí se desvanece bajo las vastas resacas que he tenido en la mitad de mi vida. Se que tengo algo que va detrás de mí, y no es un lobo tras su manjar. Con la mano en el gatillo espero que él llegue hasta mí. Le esperaré, ya es tarde para cambiar mi estilo, pronto hallaré mi muerte.

No creo en la resurrección, mi alma aun lleno de veneno está. Hacía al norte sigo mi dirección, no puedo mirar atrás. Seguiré siendo el primero que aun rastrea la condenación por sus pecados cometidos.

Ahora no puedo caer en su tentación, es un canalla existencial. Sus palabras pendían de mi cuchillo, y cayó al sueño eterno entre mis manos. Nunca podré creer en lo celestial, siempre fui un pobre diablillo que muchos errores cometió. Se que voy a pagarla, algo me persigue, es el día del juicio final. Ni siquiera ahora a Dios podría rezar, no me podría salvar. Hay un sol tan lejano, y de una estrella será su candil, es mi Aries en busca de una mano.

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