Rey del Dolor

lunes, 25 de diciembre de 2006

Al ritmo de los tambores

La medianoche cae a plomo sobre nuestras frágiles cabezas una vez más. Hoy tengo el presentimiento que habrá otra gran noche en nuestras cortas vidas. Oigo al fondo las campanas doblar por algún muerto y mientras esperamos inquietos que venga nuestro gran momento, no dejamos de mirar al cielo rezando por no ser él. Todos de repente hablan con esa extraña rima, no entiendo bien lo que dicen, no se a quien se dirigen sus plegarias, volveré a caer en otra proscrita sátira.

El mundo intenta dormir, nadie oye ya al gran reloj sonar. Somos elegantes y sonrientes novatos que con miradas irónicas se miran unos a otros con gran recelo. Todos bajos sus mangas grandes ases escondemos, nadie quiere enseñar aun sus cartas. Es una fantasía, una áspera locura que caemos por una tontería infantil que para ello no hay ninguna cura posible.

Mientras los periódicos ansiosos gritan por ver sangre de la que hablar y todos se asustan al contemplar que ese rojo color que se derrama por el suelo, es la sangre de nuestro vidrioso corazón. Dicen que es lo mejor de los tiempos, pero cada lugar que al mundo rodea quiere parecerse a sí mismo. Todo es una envenenada envidia que corroe cada alma que al mundo cae.

Pero entre todo lo que gira en torno a mí, aun no consigo escuchar a nuestras almas aullar a la luna. Busco obtener alguna ínfima ayuda del infinito, pero se que al ritmo de los tambores, el miedo entra impetuosa en nuestra débil mente y todos por el otro de los caminos existentes quieren ir. Es la nociva maldad que esta regresando sin piedad alguna y creemos que el nuestro es el camino equivocado. No hay marcha atrás, no se puede ya regresar y creer que nada ya ha sucedido.

Todos cuentan su única verdad, tal vez solo oigo sus mentiras. En ese lugar no hay amistad, sólo perversas envidias que se ocultan bajo sus lívidas palabras. Algunos llegan a relatar que quizás que todo esto sea en vano. Para mí no fue una gran sorpresa, y tal vez estemos equivocados y nuestras vidas malogrando por una idea que nadie nos enseño. Si fuera verdad, no se donde podría ir, tengo grandes enemigos a los que tengo que eliminar antes de creer que podría estar equivocado.

Aun sus voces oigo escuchar, por sus vidas quieren gritar. En sus palabras, yo siento que los temores les invaden al pensar que el camino erróneo les llevará a caer a piadosas sensaciones y llantos que ni con lamentos y plegarías podrán purgar, pero aun ninguno capaz es de cambiar al otro lado del fatídico camino al ver que esa maldad que regresa por el suyo les matará. Cerrar los ojos lo único que saben hacer, y no ver la realidad que son castigados por mentirse a si mismos.

La noche aun no termino, aun queda muchas cosas que hacer. Nos ocultamos bajo el recreo de nuestros sueños que nunca se cumplirán. Todo aquí se vuelve salvaje pero aun no halle mi camino que me lleve a mi destino final. Sólo podría quedarme algo de coraje para afrontarlo, tal vez sólo me quede como mi guía y mi luz. Todos van por el mismo sentido, ninguno se fía de si mismo. Todos se miran, la envidia es su plato preferido. Recluidos en esta, que parece su prisión, nadie acepta la opinión de otro. Tras caer en este juego, ya carezco de corazón. Lo oculte junto a mi ilusión dentro de un pequeño cajón de mi habitación.

La noche aun más oscura, la luna hace tiempo que dejo ya de brillar. En cada desierto habrá una duna, y en cada ser una locura. Aun oigo sus voces, acompañan a sus lágrimas. Lloran para ver sus almas libres al ver que todos siguen por el mismo sendero que ya eligieron hace tiempo. Allí vi yo su sangre derramar, esa sangre que los periódicos desean para vender el alma al diablo por contar aquellos cuentos que toda la vida nos quisieron encumbrar.

La noche se vuelva fría por momentos, y yo por ese mismo camino no iré hasta mis sentimientos liberar. En mi interior se ahogan dentro de un desolado océano. Y al oír el ritmo de los tambores ellos querrán a un árbol atarme. Hay aun un mundo de soñadores, y a él ansío regresar. No puedo perderme más entre la oscuridad, iré por el camino por donde ellos se niegan regresar, libre tal vez de maldad, aunque por ello tal vez tenga que dar mi vida por lograrlo.

No hay comentarios: