Rey del Dolor

domingo, 31 de diciembre de 2006

Parece que no estás


La penumbra invade la habitación de nuevo. La noche cae y mis recuerdos invaden mi frágil mente. Cierro los ojos, y el poder más fuerte que no sea el roce de tu piel con tus cálidos besos a miel, que me hizo conocer tanto bien, me cobija en una maciza desesperación.

La luna con su presencia me acompaña en mis solitarias noches. Aun contigo soñare para poder verte junto a mí al despertar en el nuevo día. Añoro aquellos besos que al aire tiraste. Fueron por un deseo que debieron cumplir nuestros corazones. Pero la lluvia cae en la noche y mi alma no logra limpiar. Es el deseo que tras el amanecer te haría una vez más mía, pero el otro lado de la cama sigue vacía.

Parece que no estás, ahora tú desde allá arriba cada movimiento mío vigilarás y en cada rincón mío habitarás. Aun consigo ver tu rostro reflejado en el cristal. Tan bello como la luz del día, tan alegre como la sonrisa de un niño. No puedo encontrar tu rastro, no consigo seguir tus huellas pero aun por ello no consigo dejar de llorar.

Ahora oculta entre las estrellas, te confundes con una de ellas. Entre las blancas montañas a las que huyo, el aullido del lobo aun consigo escuchar. Es un canto de tristeza que él como yo sólo desea otra cosa que morir.

Miro alrededor de mi, y se que no puedo reemplazarte. Caigo a un vacío donde no puedo vivir sin ti, mi vida pierde su sentido desde que tú de aquí te fuiste. Ya no se cual es mi camino, no se cual dirección tomar, pero ahora mis ojos llenos de lágrimas se alzan hacia haya arriba donde mi imaginación me hace creer verte.

Me ahogo en la agonía, arrojando todo lo que conseguí en mi vida a ese saco sin fondo que se ha convertido mi vida. Cierro mis ojos, intento tener tu presencia, pero intento agarrarte, pero todo aquello se vuelve soledad. Caigo como piedra al océano sin saber donde arribare.

Ángeles oscuros a por ti vinieron. Hieren a mi corazón, aun es fuerte mi latido, es mejor haber sido frío. Ya no reconozco lo que fue mío, me pierdo entre esos sentimientos que aun perduran. No se si podré aguantarlos, no se si podré detenerlos, pero mi ilusión como yo cae como piedra lanzada a ese océano, con toda mi lógica ahogada en un mar de emociones.

Cada día hay un nuevo milagro, ni siquiera la muerte podría habernos separado. Mi vida yo por ti sacrificaría para ser la sangre de tus venas. Pero yo seguiré aquí amarrado esperando para asentir mi vida por ti y morir.

No hay comentarios: